1.- Asumir las responsabilidades por igual: en casa, tanto
mi marido como yo asumimos el rol de cuidador de nuestras hijas, realizamos las
tareas del hogar conjuntamente y nos dividimos tareas organizativas como la
gestión de reuniones y eventos del colegio o de la comunidad de propietarios,
la realización de la compra semanal o las reparaciones que debamos hacer en el
hogar.
2.- Emplear un lenguaje no sexista ni discriminatorio: este
ejercicio supone evitar utilizar los términos en masculino cuando exista su
equivalente en femenino y sea más conveniente su uso. Por ejemplo, cuando voy
al centro de salud, solicito consulta con mi médica o mi doctora, con “a”, con
objeto de visibilizar el papel de las mujeres en la sociedad y que no quede
oculta su presencia en la sociedad.
3.- Educar a mis hijas en igualdad y en la no discriminación:
en casa evitamos cualquier estereotipo de género y damos a conocer referentes
femeninos en campos como la ciencia, la literatura, el deporte, la música, …
Asimismo, aprendemos de la diversidad bajo la premisa de que todos,
absolutamente todos, somos diferentes y poseemos cualidades que nos hacen
únicos.
4.- Promover la igualdad y la no discriminación en el ámbito
laboral: desde mi posición como empleada pública, denuncio situaciones en las
que mujeres y hombres no concurren en igualdad de condiciones (como, por ejemplo, jornadas formativas impartidas únicamente por profesionales masculinos), impulsando
la perspectiva transversal de género y de no discriminación, procurando
integrar a todas las personas en las decisiones que me competan.
5.- Visibilizar la dificultad de conciliar la vida laboral,
familiar y personal: soy consciente de la dificultad de llegar a todo, por ello
evito la culpa y procuro compartir con mi círculo la difícil tarea de la
conciliación en nuestra sociedad actual, dando mi apoyo a otras personas en mi
misma situación que pueden sentirse frustradas por tener que renunciar a alguna
de estas facetas.
Ojalá pronto la igualdad
de trato y la no discriminación dejen de ser objeto de análisis y de
debate, lo que significará que hemos alcanzado una sociedad justa y preparada
para dar lo mejor de nosotros a las generaciones venideras.
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